ANOCHE VOLVÍ AL DESIERTO…
Cantan las piedras
Con sus colores
De cobre sin extraer
Y sus dientes
Con pequeñas tapaduras
De oro y plata,
Las acompaña la arena
Con sus finos dedos
Golpeando el suelo suavemente,
Tambor de polvo de tierra,
Música silenciosa del desierto
Para el corazón
Del que no olvida…
El desierto que no conoce
El color verde,
Que nunca ha sentido
Las raíces de una planta
Escarbar sus entrañas,
Que nunca ha visto
Una naranja,
Una pera
O una manzana
Siendo amamantada
Por las ramas de un árbol,
Le da la bienvenida
A un nuevo día…
Las lluvias que por décadas
No han caido,
Siguen sin caer,
Las nubes grises,
Cargadas de agua,
No conocen el camino
Que conduce al
Desierto de Atacama,
En el norte
Del norte de Chile…
El viento montañero frío nocturno,
Lo que de él queda,
Se calienta las manos
En el fuego mañanero
Que el sol ha encendido,
Esperando una oportunidad
Para regresar a las montañas,
Donde la nieve vive en sus picos…
Los espejismos,
Que de lejos nos miran de reojo,
Que no nos permiten acercarnos a ellos,
Brotan de la nada
Para luego caminar sin rumbo
Hacia un horizonte trasparente,
Que nunca logramos ver,
Que se pierde más allá del borde del mundo…
La mañana comienza
A columpiarse en el mediodía,
Trayendo más calor en su mochila,
La tarde,
Aún más calurosa,
Espera sentada un poco más allá
Con carbones encendidos en sus manos…
Los espíritus de las aves de rapiña
Que en aquella parte del mundo
Algun día existieron,
Comienzan a reunirse
Alrededor de los restos
De unos huesos
Que un día,
A comienzos del siglo veinte,
Vivieron en el cuerpo de una mula…
Nuestros ojos perezosos,
Llenos de color arena,
A la distancia divisan
A una familia de alpacas,
Tal vez llamas,
Pastando de memoria
Cerca de unas rocas :
Tan pronto como nos escuchan,
Nos ven y nos huelen,
Le entregan sus cuerpos al viento
Y entre las dunas desaparecen…
Entre duna y duna,
Ocasionalmente,
Asoma su cabeza
Una cruz horizontal de piedras que marchan,
Ordenadamente,
En dos filas que se cruzan en el centro,
Mostrando el lugar donde un día
Alguien no pudo seguir caminando,
El lugar donde alguien tuvo que quedarse
A descansar para siempre
Bajo unas paladas de arena seca de desierto…
El tiempo marca el paso
Sin moverse de su lugar,
Todo en el espacio se detiene:
Las horas duran kilómetros,
Las distancias cubren siglos,
El eco de mi mirada
Lleva y trae de vuelta
Interminablemente
A mis recuerdos,
Como en un remolino…
Anoche,
Recostado en un sueño,
He regresado al desierto
Que tantas veces visité
Con mi inolvidable padre,
Minero incansable,
Cuando yo sólo era un niño…
SanMarquinos, aqui una faceta artistica con nostalgia de Nuestro Querido Profe. Eduardo Owen, para que se emocionen con su hermoso poema.
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